La ley Sinde y la profecia de George Orwell
Cuando leo Aldous Huxley, George Orwell y Jean Ziegler se me ponen los pelos de punta tras comprobar que el mundo va encaminado en la dirección que ellos sabiamente describieron. Después de leerlos, solo puedo ver en la crisis actual la vigilancia y control de cada uno de los ciudadanos, la supresión de los derechos individuales y la creación de algunas leyes y mecanismos de censura que aseguran que son creados para el supuesto bien común, el encarrilamiento a la esclavitud.
Que se rige por los siguientes principios
1.- El fin justifica los medios
2.-El fuerte debe dominar al débil, pues el fuerte ha sido concebido para ser el predador por excelencia y el débil para ser la presa inocente.
3.- La eliminación de los débiles está conforme al principio de la selección natural (C. Darwin).
4.- La vida de todos los individuos no tiene el mismo valor. Los que tienen un valor negativo pueden ser eliminados en el interés superior del conjunto.
5.- El mundo debe ser gobernado por una élite.
Es por esta razón por lo que me opongo y opondré a la creación de comisiones para censurar paginas web o a los sistemas de vigilancia que invaden nuestra privacidad, so pretexto de protegernos.
El mundo no debe estar en manos de cuatro, pero para esto tal vez tengamos que hacer una dificil elección: ¿libertad o felicidad?
En 1984 Orwell describió un mundo lleno de cámaras controlado por el Big Brothers, constituido por una autoridad embebida por la corrupción donde derecho a la privacidad brillaría por su ausencia.
El Big Brothers no solo negaría el pasado, sino que crearía la historia, modelando el legado histórico según los intereses partidísticos.
Tanto Orwell como Aldous Huxley denunciaron el posicionamiento de superioridad y la esclavitud que dibujaba el futuro de las distintas formas políticas. Daba igual si se trataba del sistema capitalista o el comunista
En el libro “Los Nuevos Amos del Mundo”, de Jean Ziegler, se cita lo siguiente: “En el corazón del mercado globalizado, el alto responsable de una sociedad transnacional, operador del comercio mundial. Acumula dinero, destruye el estado, destruye la naturaleza y los seres humanos, y pudre mediante la corrupción a los agentes que aseguran servicios en el seno de los pueblos que él domina.
Para los fuertes, pero también para los débiles que sueñan alcanzarlos, la felicidad reside ahora en el solitario disfrute de una riqueza obtenida aplastando al prójimo, mediante la manipulación de la bolsa, la fusión o concentración de empresas siempre cada vez más gigantescas y la acumulación acelerada de plusvalía de origen diverso.
La racionalidad mercante devasta las conciencias, aliena al hombre y distrae a la multitud sobre su propio destino que debería ser libremente debatido, democráticamente escogido. La lógica de la mercancía asfixia la libertad irreducible, imprevisible, a jamás enigmática del individuo. El ser humano es reducido a su pura funcionalidad mercante”
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