Una princesa harta se sentó en el diván de un psiquiatra.
Había sido educada para princesa y como toda dama desvalida estaba convencida de que tras besar muchos sapos encontraría a su príncipe encantado, al menos eso le habían jurado.
Un día, cansada de tanto croar se asomó por los muros del castillo y vio a una simple plebeya bailar. La princesa, indignada, saltó la tapia que la separaba de ella y la increpó "¡Pero que haces! ¿Por que no estas besando sapos? ¿Como te va a rescatar nadie, si pierdes el tiempo danzando?". La plebeya soltó una gran carcajada y le dijo:
- Pobre princesita. Hace mucho tiempo yo era como tú: una dama desvalida esperando al el príncipe encantado. El día que me di cuenta que no estaba indefensa empecé a ser la reina de mi vida, desde entonces solo canto y bailo, ya no necesito un príncipe encantado, ni mucho menos besar sapos. Si algún día aparece el rey todo estará bien, y si no lo hace también.
¡Ay! princesa ya se que estas harta pero ve pronto al diván de un psiquiatra, así entenderás que ningún sapo te va a rescatar, solo cuando tu seas fuerte aparecerá un rey que te respete.
4 comentarios
Sergio -
Marta -
No debemos proyectar nuestra esperanza de ser feliz en nadie, pues al creer que un salvador vendrá, lavamos nuestras manos de la responsabilidad de conducir nuestro propio destino.
Elena -
Luci Rodriguez -