Tíbet
Para hablar de forma justa sobre todo lo que está sucediendo en el Tíbet habría que aclarar algunos conceptos, si bien es cierto que cualquier invasión o represión es en si misma indigna y que cualquier régimen totalitario y que coarte las libertades también lo es, hay muchas personas que tienen una idea equivocada, están convencidos que el Tíbet fue un país independiente invadido por China, piensan que era una especie de paraíso terrenal, hasta que los comunistas de Mao Tse Tung lo ocuparon, matando a sus dirigentes y convirtiendo así el paraíso en un centro militar, pero lo cierto es que el Tíbet era una provincia autónoma de China que en 1911 fue invadida por Inglaterra y Mongolia.
Cuando se produjo la revolución China, el Tíbet estaba bajo el control del gobierno dictatorial del general Chiang Kai-shek, a quien tanto Estados Unidos como Inglaterra apoyaron para evitar el triunfo del comunismo pese a reconocer la tiranía de un régimen despótico y criminal, aun así le ayudaron para favorecer sus propios intereses.
Cuando triunfó la revolución el ejército rojo se trasladó al Tíbet para establecer el sistema socialista. El gobierno del Tíbet, manejado por los Lamas y los nobles, se enfrentó a las tropas comunistas pero fueron derrotados. El Tíbet sí era un paraíso, pero principalmente para los Lamas y los grandes hacendados nobles, los cuales eran propietarios de todas las tierras cultivables. Los campesinos eran los siervos de una sociedad feudal gobernada por los nobles y los monjes. La única forma de ascender socialmente era mediante el enrolamiento en el monasterio de Lhasa. No había escuelas, salvo las enseñanzas budistas en los monasterios, ni había hospitales, sino curanderos religiosos.
Lo peor que hicieron los comunistas chinos es intentar destruir las tradiciones culturales y religiosas del Tíbet, con su famosa "Revolución Cultural", esto en si mismo es un crimen deleznable porque nada ni nadie debe imponer un cambio que no se desea, pero igual que es cierto eso también lo es que sacaron a esa región del feudalismo, suministrándoles avances tecnológicos, educación, hospitales, etc.
Los 2.756.000 habitantes del Tíbet cuentan ahora con unos cien hospitales, 777 clínicas rurales y unas 2.400 escuelas. Si bien no hay porque pensar que los chinos son santos, tampoco hay que creer que lo fueron los Lamas. No hay una cifra estadística fiable, pero los documentos estadísticos del régimen muestran que hasta la invasión china las probabilidades de vida al nacer allí eran de siete por cada diez niños, y las posibilidades de supervivencia de éstos eran aún menores.
El Dalai Lama, jefe espiritual y político del Tíbet, vivía en el Palacio de Potala, rodeado de oro y riquezas, y según la tradición budista de la región era sucedido por su propia reencarnación (esto si que es muy democrático ser sucedido por tu propia reencarnación).
Muchas de las bonitas historias que se contaron sobre el régimen no tienen nada de reales por ejemplo Heinrich Harrer, autor de "Siete Años en el Tíbet", era un conservador ligado al Partido Nazi para quien era mas importante la espiritualidad personal que el bienestar de los demás. Por eso narra su historia desde la perspectiva del abuso contra los monjes y la cultura tibetanas, no desde los abusos de la sociedad teocrática de los Lamas contra los campesinos.
Para muchas personas el Tíbet se ha convertido en el centro de sus fantasías, en una "tierra santa". Las historias narradas sobre él han contribuido a crear cierto halo mágico; tanto es así que actores como Richard Gere y otros famosos, han convertido al Dalai Lama es su padre espiritual y mentor, pero aunque el budismo como tal en si mismo tiene mucho de liberador al creer en la iluminación personal en lugar de la supeditación a un Dios, esa liberación no se aplicaba al régimen político del Tíbet que era, como he dicho antes, feudal.
El Dalai Lama gran mentor espiritual de algunos actores de Hollywood huyó en 1959 temiendo por su vida, y viviendo desde entonces en la India, viajo por todo el mundo en busca de ayuda para "liberar a su país" llegó a encontrar financiación para la primera rebelión de los tibetanos opuestos a los cambios políticos de los comunistas chinos en las organizaciones budistas del régimen, los hacendados y los gobiernos occidentales entre los que se encontraban Inglaterra y Estados Unidos.
El Dalai que tal vez defiende de corazón sus ideas, sus creencias y la libertad de su pueblo tiene que saber que los centenares de manifestantes que se enfrentaron a las fuerzas policiales chinas en su legítimo derecho a pedir la independencia, pueden hacerlo bajo una represión indigna pero en el contexto de un Tíbet mas moderno donde la figura a abatir no deja de ser humana, se pelea contra un régimen político, pero por suerte no contra una deidad a la que rendirle culto. La educación actual permite la libertad de pensamiento, algo muy distinto a lo que sucedía en el antiguo Tíbet.
China tiene mucho que mejorar, debe avanzar y ganar terreno en las libertades pero también es cierto que no es tan fácil dirigir y controlar el país con más habitantes del mundo, y que nos guste o no, pese a toda la campaña de independencia, el Tíbet es aún una provincia China.
La vieja historia de los Lamas tibetanos es fascinante para Hollywood, un producto de moda, pero no fue tan fascinante para los que fueron sus víctimas, en este proceso murieron más chinos que tibetanos.
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