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MonicaPedrayes

Una princesa harta se sentó en el diván de un psiquiatra.

Una princesa harta se sentó en el diván de un psiquiatra.

Había sido educada para princesa y como toda dama desvalida estaba convencida de que tras besar  muchos sapos encontraría a su príncipe encantado, al menos eso le habían jurado.

Un día, cansada de  tanto croar se asomó por los muros del castillo y vio a una simple plebeya  bailar. La princesa, indignada, saltó la tapia  que la separaba de ella  y la increpó "¡Pero que haces! ¿Por que no estas besando sapos? ¿Como te va a rescatar nadie, si pierdes el tiempo danzando?". La plebeya soltó una gran carcajada y le dijo:
- Pobre princesita. Hace mucho tiempo yo era como tú: una dama desvalida esperando al  el príncipe encantado. El día que me di cuenta que no estaba indefensa empecé a ser la reina de mi vida, desde entonces solo canto y bailo, ya no necesito un príncipe encantado, ni mucho menos besar sapos. Si algún día aparece el rey todo estará bien, y si no lo hace también.
¡Ay! princesa ya se que estas harta pero ve pronto al diván de un psiquiatra, así entenderás que ningún sapo te va a rescatar, solo cuando tu seas fuerte aparecerá un rey  que te respete.

 

4 comentarios

Sergio -

Bueno, bueno chicas yo soy hombre y no me he comido sapos pero si alguna rana, que os aseguro tambien las hay y no estan encantadas

Marta -

muy cierto lo que dice tu enlace.
No debemos proyectar nuestra esperanza de ser feliz en nadie, pues al creer que un salvador vendrá, lavamos nuestras manos de la responsabilidad de conducir nuestro propio destino.

Elena -

aqui os dejo un enlace interesante sobre el tema

Luci Rodriguez -

Jajajajajajajajajaja muy bueno que me lo digan a mi que he besado a cada sapo y esos nunca se transforman en príncipes el cuento nos lo contaron mal.